jueves, abril 02, 2009

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Neoliberalismo y crisis económica

El neoliberalismo ha podido configurarse como una estrategia tan exitosa a pesar de sus contradicciones evidentes y de sus efectos tan negativos sobre el bienestar humano, gracias a que ha sabido ocultar con eficacia la realidad frustrante, presentando como discurso teórico, un conjunto de simples elementalidades (libertad, mercado, responsabilidad) suficientemente aparentes como para convertirse en lenguaje común, generando un clima intelectual en el que la fe en los mercados y el desdén por el sector público se habían impuesto a los datos objetivos, incluso para muchos de aquellos cuya voluntad sincera fue la de situarse fuera del discurso neoliberal.
La victoria del Partido Popular en 1996, supuso para nuestra economía, la consolidación de un modelo de crecimiento económico basado en este modelo neoliberal de políticas estructuradas alrededor de la limitación del Gasto público, la flexibilización del mercado de trabajo, la moderación salarial y la libertad absoluta para los mercados financieros. La consecuencia de aplicar la ideología de los mercados libres y la desregulación financiera, es a mi juicio la terrible crisis en la que nos encontramos inmersos junto a la práctica totalidad del mundo occidental.
En España, y pesar de los esfuerzos de los gobiernos de Zapatero por cambiar esta poderosa inercia; invirtiendo en infraestructuras y en I+D+i como nunca antes se había hecho, propiciando planes estratégicos para la industria con el propósito de incentivar a la economía productiva, aumentado el salario mínimo y las pensiones e invirtiendo en gasto social, la mayor parte del crecimiento económico de los últimos doce años se ha basado en la burbuja de la vivienda, que ahora ha estallado y en los empachos de consumo financiados con la deuda. Los Frutos de este crecimiento, particularmente en los ocho años de gobierno del Partido Popular y como consecuencia de la ortodoxia neoliberal de las políticas aplicadas no se han repartido ampliamente, por tanto los cimientos no son buenos.
Existen programas contrapuestos respecto de las soluciones adecuadas para superar la crisis que pertenecen a la acción política, que sin duda llevarán a resultados distintos.
Por un lado las propuestas basadas esencialmente en la vuelta a la "filosofía del 96",es decir; la reivindicación del menor protagonismo del Estado en todos los ámbitos de la actividad económica, con la consecuente limitación del gasto público, la necesidad de reducir la presión salarial sobre los costes empresariales, lo que se traduce en la congelación de los salarios y el despido libre, una nueva formulación de la regulación macroeconómica, distinta de la típicamente estabilizadora e instrumentalizada preferentemente a través de políticas fiscales, o lo que es lo mismo la rebaja de impuestos, y como corolario de todo esto, la idea de que, como consecuencia de la enorme expansión del Estado del Bienestar, se habría alcanzado ya un grado de igualitarismo en la sociedad que no sólo es suficiente sino incluso contraproducente para alcanzar la deseada eficiencia del sistema.
Por otro lado, y ante la constatación del fracaso de los mercados como asignadores eficientes de recursos, propuestas basadas en una participación decisiva del sector público en la economía, que deben contribuir no sólo a afrontar la crisis, sino que servirán para hacerlo poniendo las bases de un modelo de crecimiento mas sólido, justo y sostenible, son por tanto estos criterios: empleo, igualdad y sostenibilidad los tres grandes objetivos a los que debe dirigirse la política económica. En primer lugar, la creación de empleo, para garantizar que los ciudadanos dispongan de los ingresos que le permitan una vida digna. En segundo lugar, una distribución de las rentas más igualitaria, puesto que del incremento de la desigualdad se sigue la menor eficiencia derivada del despilfarro que supone la pobreza y la marginación. Finalmente, la sostenibilidad medioambiental ya que su incumplimiento por un modelo de crecimiento dilapidador, nos ha llevado a una situación cercana a los límites de lo admisible.
Con estos objetivos en el horizonte, mientras tanto, el estado debe proporcionar prestaciones ampliadas a los desempleados, lo que además de ayudar a las familias con dificultades pondrá dinero en los bolsillos de la gente que probablemente acabará gastando, ayudar a los ayuntamientos de modo que no se vean forzados a bruscos recortes de gastos que a la vez degraden los servicios públicos y destruyan empleos, propiciar la reestructuración de las hipotecas para que las familias no pierdan su casas, invertir en infraestructuras importantes que España necesita para paliar en alguna medida el parón en sector de la construcción, y urgir al sistema financiero para que responda a la lógica de servir para la movilización de los recursos desde la circulación monetaria a la economía productiva.


Gabriel Moreno
Secretario de Organización
PSPV-PSOE Alicante